VOCACIÓN DE ABRAHAM
Ur de Caldea, ciudad enclavada
junto al río Éufrates. Allí nació Abraham. Un hombre como los demás. Con sus
defectos, pasiones y virtudes.
Un
día Dios lo llamó. Dios no mira la apariencia. Dios mira el fondo del corazón.
Y llama al que Él quiere, como Él quiere y cuando Él quiere.
Vocación de Abraham. Génesis I, 8
País de Mesopotamia,
bañado por grandes ríos,
uno es el Tigris y el Éufrates,
que hacen de tí un paraíso.
Con tu cielo, siempre azul,
y tus jardines colgantes,
Babilonia la ciudad
con hechizos orientales.
Ur, un niño allí nacería,
que su nombre sería Abraham,
mas un día, Dios le diría:
Tu tierra la has de dejar.
El siente que sus entrañas
se le van a desgarrar,
tiene que emigrar tan lejos,
a la tierra de Canaám.
Aun sin conocer la cruz,
que da sentido al dolor,
Abraham abraza en
con amor, su vocación.
Mas Abraham no deja todo,
las personas que más ama
las riquezas, lo que él tiene,
con él se los llevará.
Dios es Padre y poco a poco
ya le irá pidiendo más.
La promesa divina
hecha por Dios a Abraham.
Dios prueba la vocación de
Abraham. Le deja salir con sus riquezas materiales, pero le hace sentir la dura
prueba de su esterilidad a través de Sara. Y una vez que ha acrisolado su fe,
le promete una gran fecundidad.
Promesa (Génesis
15,17)
Si me haces dejar mi tierra,
¿para qué ha sido, Yahvé?
Si ahora ha de ser un extraño
el que heredará mi fe.
No temas, dice Yahvé,
porque tu escudo soy Yo;
no dejo sin recompensa
a los que buscan mi Amor.
En una noche serena,
en el firmamento azul,
brillaban miles de estrellas,
emitiendo su gran luz.
Alza tus ojos al Cielo,
si puedes las contarás;
mucho más que esas estrellas
tu descendencia será.
Así Dios con la promesa
afianza más su fe.
Abraham sigue caminando
siempre siguiendo a Yahvé.
Por fin ha llegado el día en que
Yahvé pacte una alianza con Abraham. Han tenido que pasar años, pero Abraham,
siempre con la antorcha de la fe en la mano, ha ido siguiendo a Yahvé a través
de la oscuridad de sus noches. Yahvé le hizo un día una promesa y, plenamente
se ha fiado de Él. Yahvé no olvida lo que promete. Y pacta su Alianza.
Peregrino siempre andante,
buscando el rastro de Dios,
Abraham es el hombre fiel
a los designios de Amor.
Caminas en su presencia
fijos los ojos en Él;
Yahvé es para ti el Amigo
y así conversas con Él.
A la sombra de una encina
o en la tienda bajo el sol,
siempre es el gran confidente
de los secretos de Dios.
Aun después de
sellada ya con Abraham,
le sigue Yahvé probando,
pues¿tanto le quieres amar?.
Numerosa descendencia,
cual las arenas del mar,
y le pides la oblación
que más le podía costar:
sacrificar a su hijo
en holocausto total.
Y su fe, ya acrisolada,
es pura como un cristal
que deja pasar el sol,
proyectando claridad.
Hoy, después de tantos siglos,
y por siempre lo será
él nuestro padre en la fe,
pues tanto te supo amar,
dando la prueba constante
de su gran fidelidad.
Hoy, cual lucero del alba,
como aurora matinal,
sigue vivo con su ejemplo,
arrastrando a los demás,
con la llama de la fe
a la eterna claridad.
De un día ya a plena luz,
que ocaso no existe ya,
su sol es Cristo que brilla
por toda la eternidad.
En el universo hay millones y
millones de estrellas, pero solo algunas logramos verlas con nuestros ojos. La
mayoría pasan desapercibidas, anónimas.
Una
de las que vemos es el Sol. La más grande y luminosa por ser la más próxima;
para nosotros Cristo es ese sol, que está dando sentido a toda nuestra
existencia.
Está
Eso
tenemos que ser toda alma consagrada. Un signo que hable de Dios al mundo. Eso
fue Abraham. Él, como
Mª del Carmen Díaz